domingo, 17 de junio de 2018

DE LEGISLADORES RECUPERADOS Y TECNOCRATAS FUSIBLES

La semana pasada fue intensa en el plano nacional, con protagonismo en los dos poderes político-institucionales. En la Cámara de Diputados se trató el proyecto para despenalizar el aborto y tuvo media sanción por cuatro votos. Pasó al Senado donde tendría un tratamiento similar, tanto en la intensidad del debate como en la ajustada votación. Con este importante tema, -que divide a la opinión pública-, el Congreso mostró su mejor cara, la del trabajo en comisión y el debate en el recinto antes de votar. Si bien están para eso, que se acuerden para que están no es algo frecuente, por eso es una buena noticia institucional que la legislatura nacional vuelva a trabajar. En el ámbito del Ejecutivo central, Macri entendió que no podía seguir manteniendo a integrantes de su gabinete que estaban tan desgastados que ya horadaban la imagen presidencial. El cambio en el Banco Central sirvió para dos cosas: terminar el ciclo de un Sturzenegger que no dio pie con bola; no solo perdió en la lucha contra la suba del dólar que fue la más mediatizada, tuvo una pifia monumental al estimar en un 12 % la inflación para todo este año. Ese porcentual ya se acumuló entre enero y mayo. Además, este cambio le permite a Macri achicar el gasto estructural del gabinete al fusionar ministerios. Al Banco Central fue Luis Caputo, y esto implica que la cartera de Finanzas sea absorbida por el Ministerio de Hacienda que controla Dujovne, coordinador de las áreas económicas y negociador con el FMI. Francisco Cabrera había tenido un contrapunto con la Unión Industrial, y será reemplazado en el ministerio de Producción por el economista Dante Sica. El cambio del ministro más pesado fue el de Aranguren, quien con su política tarifaria fue el que más desgastó al gobierno nacional ante la gente. Lo reemplaza al frente de Energía Javier Iguacel, a quien ascienden desde la Dirección Nacional de Vialidad. Tras el acuerdo con el Fondo Monetario, -que le otorga liquidez-, Mauricio Macri entendió que a su gobierna le tenía que dar más política porque la ortodoxia de los CEOs lo exponían demasiado. De hecho, el pedido del presidente a los legisladores del PJ para no votar retrotraer las tarifas lo mostraron con una debilidad política e institucional tan llamativa como preocupante. Ese episodio fue una bisagra; el jefe de estado tomó nota de eso y salió a buscar reposicionarse a partir de oxigenar su gabinete. El achique político que reclamábamos en la editorial pasada empezó a darse con la eliminación del 25 % de cargos en más de 80 organismos nacionales. Debería seguir con más ministerios fusionados y la eliminación de gastos superfluos. Pero mientras achican el gasto estatal, sobre todo el político, el gobierno no debe descuidar algo que es fundamental: mantener la economía funcionando y reactivar ciertos rubros que están en crisis, o peor aún, en vías de desaparición. Hasta la próxima. Marcelo N. Mouhapé Furné.

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