lunes, 24 de septiembre de 2018

LA CAMPAÑA ES LA CRISIS

Una de las características de Argentina es que su clase política siempre está en campaña. Sean gobierno u oposición, ni bien termina una elección ya se piensa en la siguiente cuando aún no asumieron los electos en el comicio reciente. Sin ninguna duda, lo que más producen los políticos argentinos es proselitismo. Cuando hay crisis económica, -algo demasiado frecuente en nuestro país-, esa situación crítica pasa a ser lo excluyente en la campaña. Eso muestra la improvisación del gobernante y una oposición demagoga, pero también que carecemos de un proyecto de construcción de Nación. No hay mediano y mucho menos largo plazo; siempre está la urgencia del ahora. Lo único que se hace es bachear siempre sobre los mismos pozos para taparlos por un tiempo; hasta que la capa de bacheo se sale para repetir el ciclo sin resolver el problema de fondo jamás. La dirigencia se aboca a buscar frenar las consecuencias de la coyuntura, creada por la incompetencia o corrupción, o ambas, de ella misma. Lo peor del caso es que la mayor parte de la población acepta esta sinrazón de vivir siempre en un círculo donde todo vuelve a ocurrir cada cierto tiempo. No parece ser diferente esta crisis a las múltiples anteriores, algunas más destructivas que otras. El Presupuesto 2019, con la impronta del ajuste del FMI, es clave para saber el grado de sufrimiento general que tendrá el año próximo, donde se votará para renovar los tres ejecutivos: la presidencia, la gobernación y la intendencia. Las tijeras comenzaron con la eliminación del fondo de la soja: el dinero que el estado nacional giraba a las provincias y municipios para realizar obras. El reclamo de la oposición logró que la administración Macri compensara por la eliminación de ese fondo. Pero eso es solo para completar las obras este año. Para el caso, la Municipalidad de Tres Arroyos será compensada con $ 3.000.000 por los $ 10.000.000 que debía recibir este año por el fondo sojero. El resto para terminar esas mejoras que se definieron realizar por la certeza de su financiamiento por parte de la Nación, quedará a cargo de las comunas. Siempre tiene incidencia, pero el presupuesto 2019 del gobierno nacional es el que más afectará al de la provincia de Buenos Aires, y, por carácter transitivo, al de las municipalidades. El tema clave para los 135 municipios bonaerenses es el de la coparticipación. El dato sobre cuanto enviará la Provincia a las comunas siempre llegó tarde, y es probable que se retrase aún más ahora. El aumento interanual de los fondos provinciales debería tener un incremento mayor al promedio que se viene dando año tras año para compensar la diferencia negativa entre la inflación proyectada y la real de 2018. El problema es que lo logrado por el reclamo del Fondo del Conurbano: unos 35 mil millones de pesos es lo mismo que la gestión Vidal deberá absorber por la transferencia de gastos de Nación a la Provincia en el marco del ajuste general. Una especie de asiento contable que tendrá impacto en el líquido disponible para girar a las intendencias. Las municipalidades son el estado más presente en la vida de las comunidades; y por eso, no solo sus representantes políticos, sino todas las fuerzas vivas de esos distritos deberían hacer oír fuerte su voz ya para evitar que se desfinancie a los Municipios. Hasta la próxima. MArcelo N. Mouhapé Furné.

lunes, 17 de septiembre de 2018

MAREA INFLACIONARIA

El Indec dio a conocer la inflación de agosto: 3,9 %, que fue la más alta del año. En lo que va de 2018 el costo de vida se incrementó un 25 %. Y lo más preocupante está por venir porque las estimaciones de inflación hablan de un aumento del 22 o 23 % para el último cuatrimestre. Si termina siendo así, el costo de vida este año habrá aumentado un 47 o 48 %. Este número preocupante pasa a ser motivo de enojo cuando se repasa lo que ocurría hace un año, cuando la gestión Macri daba a conocer los números del presupuesto 2018. Basado en la meta del Banco Central, -por entonces a cargo de Sturzenegger-, el gobierno elevó un poco ese increíble pronóstico del 12 % de estimación inflacionaria a un 15, 7 %; igualmente insuficiente. Para este año la Nación pronosticó el dólar a un valor $ 19,30. El viernes cerró a $ 40,51. El país debe funcionar en base a un presupuesto cuya estimación de inflación se equivocó en un 200 % y en una proyección de relación cambiaria atrasada un 110 % a la realidad de ahora; en horas puede ser más. El grosero error en estas dos proyecciones hizo que otros dos datos clave del presupuesto 2018 tampoco se cumplieran: un crecimiento general del 3,5 % y una expansión del consumo del 3,3 %. El presupuesto es la herramienta fundamental para el funcionamiento de un estado, ya sea nacional, provincial o municipal. Pero si la pifian en el nacional, las provincias y, sobre todos los municipios, sufrirán mucho más que el gobierno central, porque para afrontar desequilibrios las administraciones provinciales están impedidas de imprimir moneda, y las municipalidades no pueden hacer eso y tampoco tomar deuda para gastos corrientes. En lo general la marea inflacionaria acentuada por una economía dolarizada muestra que el consumo se derrumbó y el crecimiento esperado pasó a ser una utopía. Que dice el presupuesto nacional de 2019 ? Al crecimiento lo sitúan en un realista pero preocupante 0,5 % negativo del PBI. El dólar a $ 40,10; y para la inflación de 2019 se proyecta un 23 %. La lógica indica que debe ser menor a la de este año, pero que sea la mitad parecería ser otra estimación utópica. Un dato preocupante del presupuesto nacional 2019 es el que prevé una caída del 3,7 % en el consumo público. Eso es esperable teniendo en cuenta que este año la mejor paritaria, que llegó al 28 % de suba salarial, perderá casi un 20 % de poder adquisitivo en relación a la inflación real acumulada; y ni hablar de los que obtuvieron aumentos del 25 % o menos. Pero el dato de caída de consumo cercano al 4 % muestra que el gobierno no prevé hacer nada para recomponer la capacidad de compra de la gente, y, por ende, más fuentes de trabajo se verán en peligro. Ningún país es viable sin un consumo interno sostenido. Las instituciones de la comunidad que representan a las partes afectadas por la cada vez más negativa relación de precios y salarios, deberían reclamar ya a los representantes políticos para que estos a su vez exijan al gobierno de la Nación que en el presupuesto 2019 se incluyan programas para recomponer el poder de compra de la población y a sostener el empleo. Hasta la próxima. Marcelo N. Mouhapé Furné.

domingo, 9 de septiembre de 2018

PUNTO DE INFLEXION

Después que el dólar oficial rozó los $40, (el paralelo disponible superó en un 10 % eso), el billete verde empezó a bajar. Lo hizo durante los últimos tres días de la semana pasada hasta cerrar por debajo de los $38. El dato importante es que el viernes no hubo necesidad de que el Banco Central interviniera para que el dólar siguiera bajando. Reitero que quienes demandan dólares no es la mayor parte de la población. A los no responsables de las corridas cambiarias se los identifica fácilmente: Son el 33 % de pobres e indigentes que apenas sobrevive, y la clase media que completa el mes gracias a compras financiadas con tarjetas de crédito. Los que desestabilizan cambiariamente al gobierno de Macri son los de su propia clase socio económica. Ahora, volviendo al tema del inicio, el del freno de la suba y descenso del dólar, que pasó de diferente a mediados de la semana pasada para que el accionar de los especuladores se frenara ? Lo distinto fue que el gobierno nacional pidió al Tesoro de los Estados Unidos que, cómo accionista del FMI, intercediera para que el organismo anticipe enviar fondos del préstamo de 50 mil millones de dólares. Hasta ahí lo macro económico. Lo importante de fronteras para adentro es como impacta lo macro en lo micro económico, es decir, en la economía diaria de la población. El consumo debe reactivarse. Se intenta hacerlo con medidas generales como la de ampliar Precios Cuidados, y con herramientas más jurisdiccionales como la devolución del 50 % en compras de hasta $3 mil por mes del Banco Provincia. Eso está bien, pero de poco servirá si no se aplican controles para evitar la dolarización total de los precios, o limitantes en sectores hoy fuera de control, como el de los combustibles, que a partir de la desregulación aumentan cada 15 días provocando la suba de todo por encarecerse el transporte. Eso en lo inmediato. Y en el muy corto plazo deben agregarse medidas para recuperar el 25 % de poder adquisitivo perdido por las devaluaciones, sobre todo en la de este año. La restitución de las retenciones al campo es una medida que el gobierno no quería implementar pero que las circunstancias lo obligaron. Con respecto a esto hay que decir dos cosas: una aclaratoria, tras 33 meses de gestión, la difícil coyuntura de hoy es responsabilidad exclusiva del gobierno actual; y la otra de sentido común: debe haber diferenciación en el cobro de retenciones, porque igual porcentaje impositivo no causa el mismo impacto en un gran productor sojero de zona núcleo que en un mediano o pequeño chacarero de áreas menos favorables. Hay otras medidas que están bien. Volver a cobrarles retenciones a las mineras es una de ellas. También acá cabe la diferenciación entre extracciones locales que por su pequeña escala son nacionales, de las que hacen las mineras extranjeras, a las que no se debería haberles sacado nunca las retenciones, sino que se las tendría que haber aumentado porque son empresas de afuera que se llevan recursos no renovables de gran poder económico y causan un enorme impacto ambiental con el método extractivo usado. Recomponer salarios, reactivar el consumo interno y aplicar racionalidad en el ajuste que el FMI exige para el Presupuesto de 2019 son cuestiones centrales que la política institucional nacional debería definir en no más de un mes, tras el punto de inflexión de la mega devaluación de días pasados que puso a lo social en alerta naranja, el anterior al rojo irruptivo. Hasta la próxima. Marcelo N. Mouhapé Furné.

domingo, 2 de septiembre de 2018

ENTRE EXTREMOS

La suba del dólar hasta rozar los $ 40 encendió todas las alarmas en el gobierno, y profundizó la desconfianza de la población en la gestión Macri; fundamentalmente porque todos saben que en un país dolarizado como el nuestro cada vez que sube el billete verde aumentan los precios. La inflación real de este año se ubicará entre el 36 y el 38 %. Los que más aumento salarial sacaron hasta ahora son los bancarios que llegaron al 28 %; hay varios gremios que consiguieron un 25 % y el resto está por debajo de eso. Con lo cual este será el año en que los asalariados más poder adquisitivo perderán. Y sumando esto a lo que se perdió en las devaluaciones de los años anteriores vemos que la capacidad de compra de un trabajador, según los aumentos logrados por su sindicato, disminuyó de un 25 % a un 30 %. Acá está la causa de la caída de consumo conducente a la recesión; el motivo de que la rueda económica se frene. Por qué pasó esto ? Es la gran pregunta y tiene respuestas múltiples. Hay influencia de cuestiones que el gobierno no maneja, como el clima por la sequía o crisis económicas externas como la de Turquía, pero el principal responsable de que estemos en esta situación son los múltiples errores cometidos por la administración Macri. La victoria electoral del año pasado terminó siendo un boomerang para el gobierno, porque entendieron que la población les había dado luz verde para todo, y eso no es así. La reforma previsional cayó mal en la gente. Otra pifia fue desregular el mercado de combustibles lo que hace que los precios aumenten cada 15 días. Eso más una inflación descontrolada es lo que el pueblo rechaza; por eso la imagen del presidente cayó tanto. Hay que ser coherentes en el análisis; el gobierno intentó anclar el dólar en 25 pesos. Hizo una ingeniería para llevarlo controlado a ese valor y lo había logrado. Pero en el mismo momento se le pide ayuda al FMI y el organismo de crédito puso dos condiciones que tiraron por tierra todo lo hecho en materia cambiaria: dejar flotar libre al dólar para que el mercado defina su valor y no utilizar los fondos enviados para compras masivas de dólares. También hay que ver quienes son los que demandan dólares haciendo que este suba sin control. No son el 33 % de pobres e indigentes, ni es la mayor parte de la población que a duras penas completa el mes con la financiación que le dan las tarjetas de crédito. Son los que más dinero tienen, sean particulares o empresas. En una palabra, los que desestabilizan al gobierno de Macri desde lo cambiario son los de su misma clase socio-económica. Estamos mal, pero en esta realidad hay dos versiones que chocan; dos extremos que no ayudan a encontrar la tranquilidad necesaria para hallar soluciones. Uno es el gobierno que insiste en que todo está bien y no hay crisis, y en las antípodas están los apocalípticos que hablan del fin del gobierno rememorando al helicóptero sacando a De La Rúa de la Casa Rosada. Ni una cosa ni la otra. Y acá el rol del periodismo es clave. No sirven los medios que tapan la realidad de lo cotidiano que sufre la gente, porque eso enoja a la población, y tampoco la prensa que atemorizan a todos con la vuelta al 2001. Hay un gobierno con mandato hasta diciembre de 2019 y es quien debe resolver los problemas. A la gestión Macri se le debe exigir respuestas, pero no ponerle palos en la rueda para que termine cayendo. El presidente tendrá que entender que para salir de la coyuntura tiene que cambiar su postura. Seguir haciendo lo mismo repetirá los resultados adversos. El gobierno nacional tiene que mostrar austeridad funcional; un gesto que la gente sufriente necesita ver urgentemente. Para lograr eso el presidente Macri debería reducir ministerios y eliminar cargos que no sirven para nada. En su gabinete deshacerse de nombres que representan fracasos como Ministros, designar un Ministro de Economía que se haga cargo de esa estratégica cartera centralizando todas las funciones. Y, aunque lo mantenga en el cargo, debería recortar los poderes de su jefe de gabinete, Marcos Peña, que ha demostrado no estar a la altura para manejar un gabinete presidencial. En lo político es hora de que Macri convoque a los radicales para formar parte de una alianza de gobierno. Hasta ahora el PRO usó a la UCR como un aliado electoral para lograr logística nacional en los comicios, pero en lo decisorio los de la boina blanca solo son espectadores sentados en primera fila. Eso implica un costo partidario y ante la población del radicalismo que integra “Cambiemos”, pese a que en lo resolutivo se enteran por la prensa. Ahora vienen la negociación del presupuesto 2019, que incluirá las exigencias de ajuste del FMI, y el gobierno necesita urgente incorporar política heterodoxa en ese debate, porque no logrará nada con la ortodoxia del PRO. En lo que respecta a ingresos, a Macri no le quedará otra que ir contra su idea y reinstalar cargas impositivas eliminadas o crear otras. El gobierno nacional, -que llegó a la Casa Rosada con el nombre electoral de “Cambiemos”-, debe cambiar su proceder. El Pueblo necesita que lo haga ya. Hasta la próxima. Marcelo N. Mouhapé Furné.