domingo, 2 de septiembre de 2018

ENTRE EXTREMOS

La suba del dólar hasta rozar los $ 40 encendió todas las alarmas en el gobierno, y profundizó la desconfianza de la población en la gestión Macri; fundamentalmente porque todos saben que en un país dolarizado como el nuestro cada vez que sube el billete verde aumentan los precios. La inflación real de este año se ubicará entre el 36 y el 38 %. Los que más aumento salarial sacaron hasta ahora son los bancarios que llegaron al 28 %; hay varios gremios que consiguieron un 25 % y el resto está por debajo de eso. Con lo cual este será el año en que los asalariados más poder adquisitivo perderán. Y sumando esto a lo que se perdió en las devaluaciones de los años anteriores vemos que la capacidad de compra de un trabajador, según los aumentos logrados por su sindicato, disminuyó de un 25 % a un 30 %. Acá está la causa de la caída de consumo conducente a la recesión; el motivo de que la rueda económica se frene. Por qué pasó esto ? Es la gran pregunta y tiene respuestas múltiples. Hay influencia de cuestiones que el gobierno no maneja, como el clima por la sequía o crisis económicas externas como la de Turquía, pero el principal responsable de que estemos en esta situación son los múltiples errores cometidos por la administración Macri. La victoria electoral del año pasado terminó siendo un boomerang para el gobierno, porque entendieron que la población les había dado luz verde para todo, y eso no es así. La reforma previsional cayó mal en la gente. Otra pifia fue desregular el mercado de combustibles lo que hace que los precios aumenten cada 15 días. Eso más una inflación descontrolada es lo que el pueblo rechaza; por eso la imagen del presidente cayó tanto. Hay que ser coherentes en el análisis; el gobierno intentó anclar el dólar en 25 pesos. Hizo una ingeniería para llevarlo controlado a ese valor y lo había logrado. Pero en el mismo momento se le pide ayuda al FMI y el organismo de crédito puso dos condiciones que tiraron por tierra todo lo hecho en materia cambiaria: dejar flotar libre al dólar para que el mercado defina su valor y no utilizar los fondos enviados para compras masivas de dólares. También hay que ver quienes son los que demandan dólares haciendo que este suba sin control. No son el 33 % de pobres e indigentes, ni es la mayor parte de la población que a duras penas completa el mes con la financiación que le dan las tarjetas de crédito. Son los que más dinero tienen, sean particulares o empresas. En una palabra, los que desestabilizan al gobierno de Macri desde lo cambiario son los de su misma clase socio-económica. Estamos mal, pero en esta realidad hay dos versiones que chocan; dos extremos que no ayudan a encontrar la tranquilidad necesaria para hallar soluciones. Uno es el gobierno que insiste en que todo está bien y no hay crisis, y en las antípodas están los apocalípticos que hablan del fin del gobierno rememorando al helicóptero sacando a De La Rúa de la Casa Rosada. Ni una cosa ni la otra. Y acá el rol del periodismo es clave. No sirven los medios que tapan la realidad de lo cotidiano que sufre la gente, porque eso enoja a la población, y tampoco la prensa que atemorizan a todos con la vuelta al 2001. Hay un gobierno con mandato hasta diciembre de 2019 y es quien debe resolver los problemas. A la gestión Macri se le debe exigir respuestas, pero no ponerle palos en la rueda para que termine cayendo. El presidente tendrá que entender que para salir de la coyuntura tiene que cambiar su postura. Seguir haciendo lo mismo repetirá los resultados adversos. El gobierno nacional tiene que mostrar austeridad funcional; un gesto que la gente sufriente necesita ver urgentemente. Para lograr eso el presidente Macri debería reducir ministerios y eliminar cargos que no sirven para nada. En su gabinete deshacerse de nombres que representan fracasos como Ministros, designar un Ministro de Economía que se haga cargo de esa estratégica cartera centralizando todas las funciones. Y, aunque lo mantenga en el cargo, debería recortar los poderes de su jefe de gabinete, Marcos Peña, que ha demostrado no estar a la altura para manejar un gabinete presidencial. En lo político es hora de que Macri convoque a los radicales para formar parte de una alianza de gobierno. Hasta ahora el PRO usó a la UCR como un aliado electoral para lograr logística nacional en los comicios, pero en lo decisorio los de la boina blanca solo son espectadores sentados en primera fila. Eso implica un costo partidario y ante la población del radicalismo que integra “Cambiemos”, pese a que en lo resolutivo se enteran por la prensa. Ahora vienen la negociación del presupuesto 2019, que incluirá las exigencias de ajuste del FMI, y el gobierno necesita urgente incorporar política heterodoxa en ese debate, porque no logrará nada con la ortodoxia del PRO. En lo que respecta a ingresos, a Macri no le quedará otra que ir contra su idea y reinstalar cargas impositivas eliminadas o crear otras. El gobierno nacional, -que llegó a la Casa Rosada con el nombre electoral de “Cambiemos”-, debe cambiar su proceder. El Pueblo necesita que lo haga ya. Hasta la próxima. Marcelo N. Mouhapé Furné.

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