domingo, 9 de septiembre de 2018

PUNTO DE INFLEXION

Después que el dólar oficial rozó los $40, (el paralelo disponible superó en un 10 % eso), el billete verde empezó a bajar. Lo hizo durante los últimos tres días de la semana pasada hasta cerrar por debajo de los $38. El dato importante es que el viernes no hubo necesidad de que el Banco Central interviniera para que el dólar siguiera bajando. Reitero que quienes demandan dólares no es la mayor parte de la población. A los no responsables de las corridas cambiarias se los identifica fácilmente: Son el 33 % de pobres e indigentes que apenas sobrevive, y la clase media que completa el mes gracias a compras financiadas con tarjetas de crédito. Los que desestabilizan cambiariamente al gobierno de Macri son los de su propia clase socio económica. Ahora, volviendo al tema del inicio, el del freno de la suba y descenso del dólar, que pasó de diferente a mediados de la semana pasada para que el accionar de los especuladores se frenara ? Lo distinto fue que el gobierno nacional pidió al Tesoro de los Estados Unidos que, cómo accionista del FMI, intercediera para que el organismo anticipe enviar fondos del préstamo de 50 mil millones de dólares. Hasta ahí lo macro económico. Lo importante de fronteras para adentro es como impacta lo macro en lo micro económico, es decir, en la economía diaria de la población. El consumo debe reactivarse. Se intenta hacerlo con medidas generales como la de ampliar Precios Cuidados, y con herramientas más jurisdiccionales como la devolución del 50 % en compras de hasta $3 mil por mes del Banco Provincia. Eso está bien, pero de poco servirá si no se aplican controles para evitar la dolarización total de los precios, o limitantes en sectores hoy fuera de control, como el de los combustibles, que a partir de la desregulación aumentan cada 15 días provocando la suba de todo por encarecerse el transporte. Eso en lo inmediato. Y en el muy corto plazo deben agregarse medidas para recuperar el 25 % de poder adquisitivo perdido por las devaluaciones, sobre todo en la de este año. La restitución de las retenciones al campo es una medida que el gobierno no quería implementar pero que las circunstancias lo obligaron. Con respecto a esto hay que decir dos cosas: una aclaratoria, tras 33 meses de gestión, la difícil coyuntura de hoy es responsabilidad exclusiva del gobierno actual; y la otra de sentido común: debe haber diferenciación en el cobro de retenciones, porque igual porcentaje impositivo no causa el mismo impacto en un gran productor sojero de zona núcleo que en un mediano o pequeño chacarero de áreas menos favorables. Hay otras medidas que están bien. Volver a cobrarles retenciones a las mineras es una de ellas. También acá cabe la diferenciación entre extracciones locales que por su pequeña escala son nacionales, de las que hacen las mineras extranjeras, a las que no se debería haberles sacado nunca las retenciones, sino que se las tendría que haber aumentado porque son empresas de afuera que se llevan recursos no renovables de gran poder económico y causan un enorme impacto ambiental con el método extractivo usado. Recomponer salarios, reactivar el consumo interno y aplicar racionalidad en el ajuste que el FMI exige para el Presupuesto de 2019 son cuestiones centrales que la política institucional nacional debería definir en no más de un mes, tras el punto de inflexión de la mega devaluación de días pasados que puso a lo social en alerta naranja, el anterior al rojo irruptivo. Hasta la próxima. Marcelo N. Mouhapé Furné.

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