domingo, 20 de mayo de 2018

OPERACIÓN VERDE

Nunca hay que subestimar la capacidad de acción de un gobierno; sobre todo de uno que es capaz de hacer creer que crece en debilidad mientras opera para fortalecerse. La administración Macri es muy buena para trasladar costos políticos. Es cierto que heredó una situación muy compleja, pero culpar al anterior administrador de los propios problemas de gestión tiene un plazo límite; y ya se había cumplido. El nuevo demonio pasó a ser el mercado; al que se lo presenta como una intangible legión de malignos especuladores que para saciar su enorme voracidad económica crean corridas cambiarias destituyentes. Es probable que la mayor concentración de quienes tengan ese perfil este en el propio gobierno nacional; para comprobar eso hay que ver la lista de quienes se beneficiaron con “el dólar futuro” a partir de la devaluación que la actual gestión central aplicó en diciembre de 2016. El gobierno precisaba un dólar de 25 pesos, y ahí quedará semi anclado, más allá que tendrá obvias fluctuaciones, con muchos más picos ascendentes que descendentes. Siempre tuve la impresión que la corrida del dólar era impulsada por el propio gobierno para lograr hacer subir la cotización cambiaria del billete verde al valor que la administración central precisaba, pero al mismo tiempo quedar cómo una víctima de las circunstancias ante un mercado depredador. La renovación del 100 % de las LEBAC sin pasarse nadie al dólar blanqueó la jugada estratégica del gobierno. Una segunda parte de esa operación la constituyeron los bonos BOTES 2023 y 2025 que significan un ingreso de 3 mil millones de dólares para la administración Macri; un pulmotor hasta que llegue el “blindaje” del FMI. Un dato no menor es que el 75 % de los BOTES los compró un “Fondo Buitre”. Demostrando una gran habilidad, tanto para lograr sus objetivos de actualización cambiaria como de transmitir confianza macroeconómica, el gobierno hizo los deberes antes de cerrar el “salvataje” del Fondo Monetario Internacional. El estado central no solo fue eficaz manejando al “demoníaco mercado”, sino que también logró fortalecerse políticamente, sobre todo hacía adentro. Para esto, Macri abrió la mesa chica resolutiva a la que ingresaron dos actores. Uno de los que entró es solo para la foto que intenta mostrar cohesión en “Cambiemos”. El radical Sanz está ahí solo para escenificar; además demuestra tener o demasiada inocencia o una llamativa falta de información, porque lo primero que pidió fue que se individualice a quien se beneficio con la corrida del dólar, sin reparar que quienes representaban la autoría de la operación para llevar el billete verde a $ 25 se reunían con él. El importante, -no porque Macri o Marcos Peña lo quieran, sino porque lo necesitan para lo que viene-, en ingresar a la mesa chica del gobierno es Monzó. No es una atención porque amagó a irse debido a que Macri no lo integraba a ese exclusivo ámbito decisorio; es porque el peronista Monzó es clave para negociar con la oposición en Diputados todo lo relativo a las herramientas legales que el gobierno necesita para aplicar el ajuste que exigirá el FMI. Ahí también la administración Macri necesita compartir el costo político de los recortes, para que no le caiga de lleno en la elección presidencial del año próximo. Cuando algunos hablan de debilidad extrema, el gobierno macrista demostró fortaleza, templanza y astucia para manejar a su antojo al “diabólico” mercado y seguir teniendo controlada a la oposición. Hay un solo frente donde la administración Macri está perdiendo la batalla: el de una población que pierde calidad de vida o no llega a fin de mes por la licuación de su poder adquisitivo por el combo inflación alta, subas salariales exiguas y tarifazos seriales. Ese es el frente más amplio y peligroso, porque sin políticas para solucionar no existe un negociador político capaz de controlar a la gente desesperada. Hasta la próxima. Marcelo N. Mouhapé Furné

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