domingo, 21 de enero de 2018

EL PAPA ESQUIVO

Hace casi cinco años, en la editorial del 18 de marzo de 2013 titulada “Las Sandalias del Pescador”, hice mención de lo bien que le venía a la Iglesia Católica un Papa como Bergoglio; quien por tener contacto directo con las penurias de los más necesitados iba a actualizar un dogma atrasado y adoptaría la forma de cercanía para predicar; que lucharía contra los curas pederastas; que erradicaría la corrupción bancaria Vaticana; que le daría a la mujer el lugar que le corresponde en el sacerdocio; y que se constituiría en la voz global de los oprimidos proponiendo la equidad social. Francisco empezó bien su pontificado. Dio gestos de humildad, criticó a los curas pedófilos y hasta echó a uno de ellos que se había refugiado en El Vaticano al amparo del Papa anterior, y puso fin a los oscuros manejos del banco Vaticano. El mayor logro como estadista mundial lo tuvo cuando medio entre Cuba y Estados Unidos, un proceso que mejoró muchísimo las relaciones cuasi bélicas que esas dos naciones vecinas tuvieron durante más de medio siglo. Pero, de improviso y por sus propias acciones, el Pontífice empezó a decaer, tanto como gobernante hacía dentro de su estado como el referente global que el mundo esperaba de él. La decadencia del Papa Francisco ante el mundo comenzó con el recibimiento a todo político, dirigente o hasta artista Argentino que iba a El Vaticano a sacarse una foto con él para después presumir, a fin de posicionarse políticamente, o para blanquear trayectorias poco claras. Una especie de indulgencia fotográfica ad hoc. Esas recepciones papales seriales que empezaron siendo inocentes desde lo general, pasaron a ser partidistas cuando Macri se postuló a la presidencia y se agravaron cuando asumió el cargo. Se podrán disfrazar las cosas, pero es obvio que Bergoglio no quiere a Mauricio Macri como presidente. Por eso el Papa no visita nuestro país. Con respecto a la política interna Argentina el Papa utiliza su poder, -ahora mundial-, para amonestar al que no le cierra, como si siguiera siendo el cardenal Bergoglio en sus politizadas homilías de la Catedral de Buenos Aires. Si bien el Papa tiene razón al cuestionar al gobierno actual sobre el aumento de la pobreza en la gestión Macri, es obvio que la crítica excede lo institucional. Con respecto a Mauricio Macri Francisco parecería mostrar rencor, y esa no es una postura que se espera del representante de Dios en la Tierra. Además, Francisco debería pensar en todos los Argentinos, quienes, católicos o no, estaríamos felices de que el primer Pontífice connacional de la historia venga a nuestro país a visitarnos. O la negativa a venir a la Argentina, además de una pose censurante al gobierno es un castigo implícito del Papa a quienes votaron por Macri ? Pero más allá de su posicionamiento con dichos y con su ausencia respecto al gobierno de Argentina, -una actitud particular ya extraña para un dirigente religioso de alcance planetario-, Bergoglio, que hace cinco años llegó a El Vaticano y se convirtió en el Papa Francisco para hacer historia, en su función específica ya empieza a tener más números en el “debe” que en el “haber”. Su ímpetu de cambios dogmáticos es más efectista que eficaz. Quizá la Curia Romana se impuso y logró que Bergoglio deje de ser el Papa necesario, para transformase en otro Papa conveniente. Hasta la próxima. Marcelo N. Mouhapé Furné

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