domingo, 28 de enero de 2018

ERROR DESACELERANTE

Con la victoria en las elecciones de Octubre parecía que el gobierno nacional tenía el camino despejado para hacer todas las reformas pretendidas. La cuestión era cómo se hacían para hacer durar el apoyo popular manifestado en los comicios. Ahí apareció el error. La reforma previsional fue el gran yerro que tuvo repercusiones inmediatas contra el gobierno; pero es muy probable que ese costo se intensifique a lo largo del año y se profundice en el 2019, en vísperas de la elección presidencial. El ajuste estatal hay que hacerlo, pero empezar por bajarle el sueldo a los jubilados cuando hay tanto por donde tocar antes es injusto, y conlleva mucho costo político. Ajustar a los jubilados implica ponerse en contra a ellos y a sus familiares, quienes deben intervenir para ayudarlos a sobrevivir. María Eugenia Vidal fue mucho más inteligente que el presidente Macri en proponer estas cuestiones. En el mismo momento que a nivel nacional trataban la muy resistida reforma previsional, la gobernadora planteó ajustar eliminando jubilaciones de privilegio y dar de baja a 221 cargos políticos. Con esa cobertura, Vidal logró sacar la Ley marco para llevar a cabo la reforma administrativa del estado bonaerense y la modificación del régimen previsional del Banco Provincia. Todo eso sin costo político, al menos mensurable en la opinión pública. Quizá Vidal piense políticamente mejor que Mauricio Macri, pero lo que sí está claro es que a la gobernadora la rodean más políticos que al presidente; a quien acompañan ex CEOs de multinacionales, que de política, sobre todo social, nada saben porque en su función en la actividad privada de ese nivel lo social no cuenta. La resistencia a la reforma previsional basada en el ajuste a los jubilados hizo que Macri perdiera apoyo popular, pero también poder y capacidad para negociar con la oposición y los gremios. Con los primeros tuvo que ir para atrás con su intención de hacer sesionar en extraordinarias al Congreso; y con el sindicalismo, -el más débil de la historia por falta de peso propio y por el descrédito que aflora del avance judicial- el gobierno tuvo que aceptar desdoblar el proyecto de reforma laboral. Una buena acción de la administración central es salir al mundo a buscar inversiones; lo hizo Macri en el Foro Económico Mundial de Davos. Pero para lograr inversores hay que ofrecer condiciones de costos de producción lógicos. La carga impositiva en dos insumos básicos es descomunal: en el gas el 51 % que se paga son tributos y en la energía eléctrica el 63 % de lo que pagamos son impuestos. Bajar el costo productivo reduciendo salarios sería otro error comparable a la reforma previsional para achicar gasto, porque, salvo que sea una empresa manufacturera exportadora con mano de obra barata a niveles de explotación, lo primero que necesita una fábrica es que haya un mercado interno que pueda comprar los productos que elabora. Otra de las cuestiones a tener en cuenta es que el gobierno debe dar ejemplos de que sus funcionarios no tienen prerrogativas; que el presidente y sus ministros y colaboradores tienen que cumplir las mismas obligaciones legales y tributarias que el resto de los Argentinos. Pasó con Aranguren, que tuvo que vender sus acciones en la petrolera donde ejerció de CEO casi un año después de asumir en un ministerio donde firmaría contratos y autorizaría subas de precios de los combustibles, acciones que beneficiarían a la empresa en la que era accionista. Desde lo ético lo del ministro nacional de Energía era incompatible. Cómo también lo es que su par de Trabajo, -Triaca-, siga en el cargo luego de que se difundiera un audio donde maltrata a una empleada, y que investigaciones periodísticas dieran a conocer que tuvo a esa trabajadora tres años en negro y no le hacía los aportes laborales. Hasta la próxima. Marcelo Mouhapé Furné.

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