domingo, 7 de enero de 2018

TEMPORADA DE FIN DE SEMANA

Si bien históricamente la segunda quincena de enero es la de mayor presencia turística, lo que ya se ve en el primer mes de temporada alta es un verano donde la masividad de turistas en los balnearios se da solo los fines de semana. De lunes a viernes la presencia de veraneantes es mucho menor. La causa de esto es que la gente ha perdido mucho poder adquisitivo, y la mayoría de los asalariados con sus familias ya no pueden salir de vacaciones en forma completa: viajar para quedarse diez o quince días en un lugar. Por eso los fines de semana las costas se llenan y al caer la tarde del domingo se vacían mucho. Esto no es nuevo. Se empezó a dar en la etapa final del gobierno de Cristina cuando la voraz inflación superó a las subas salariales, y ya se empezó a marcar una pérdida de liquidez en los trabajadores. Se agravó cuando se produjo el cambio de gobierno con las remarcaciones infundadas y la devaluación. Y se profundizó con los tarifazos. Lo que hoy vemos en el desplazamiento de las masas turísticas es un reflejo de lo que pasó en el año. Mas allá de una leve reactivación de la economía por la postergación o morigeración de los tarifazos y por la aplicación de planes de financiación de compras, la realidad muestra que aún en un año donde el gobierno intervino para que se reactivaran las ventas antes de las elecciones, en el balance final el consumo se retrajo. En el 2018 la perspectiva puede no ser igual a la de 2017, sino incluso peor, muy parecida a la de 2016, el año donde más comercios cerraron en la última década. Esto es porque al no ser este un año electoral, el gobierno no va a necesitar financiar “placebos consumistas”, y porque seguirá el ordenamiento de la economía en base a tarifazos y ajustes. Si a esto se suma que el “macrismo” pretende que las subas salariales sean del 15 %, cuando la inflación real estimada de 2018 será del 20 % para arriba, nos encontraremos con que los asalariados, -que son quienes mueven la economía diaria-, van a tener todavía menos poder adquisitivo; por lo que la rueda del consumo continuará frenándose. Insisto en algo: el gobierno no es malo al hacer lo que hace; hace lo que su matriz ideológica le dice que debe hacer. En ese aspecto, Macri es el presidente más sincero de todos. El tema es que el necesario “sinceramiento de la economía” debió y debe hacerse de una forma que evite que mucha gente quede fuera del sistema y que gran parte del resto pierda calidad de vida. La política de subsidios que aplicó el kirchnerismo para recomponer indirectamente la caída de liquidez salarial ante la creciente inflación, era una herramienta de heterodoxia económica insostenible. Pero no se puede pasar de eso a la ortodoxia económica sustentada en combinar bajos sueldos y altas cargas impositivas y tarifarias, porque ocurre lo que vemos este verano: cada vez más gente con menos dinero para salir de vacaciones, y para vivir dignamente el resto del año. Hasta la próxima. Marcelo N. Mouhapé Furné.

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