lunes, 1 de enero de 2018

EVALUACIÓN DIRECTA

Cristina Fernández viuda de Kirchner le ayudó a ganar dos elecciones a Mauricio Macri. La primera cuando la entonces presidenta erosionó la campaña de Daniel Scioli: le puso al peor compañero de fórmula; apoyó a quien terminó ganando una sospechosa interna PASO a la gobernación bonaerense; los errores de una gestión autocrática y las interminables cadenas de día por medio, en las que cada vez que hablaba Cristina a Scioli se le caían de a miles los votos. La segunda jugada electoral de Cristina a favor de Macri fue la del año pasado. Pero eso no fue un castigo a un par por diferencias de matiz ideológico, esta vez la ex presidenta uso el “comensalismo”, una interacción donde dos se benefician del otro. Cristina necesitaba ser Senadora para obtener los fueros antijudiciales, y a Macri le venía ideal que su antecesora en el cargo sea la candidata opositora porque le permitía usar el slogan electoral de “la alternativa es volver al pasado”. La jugada les salió a los dos: uno ganó la elección de medio término y la otra entró al Senado nacional. Claro que en esta segunda atención electoral de Cristina a Macri hubo un partícipe necesario: el juez Bonadío, que al no dictar la prisión preventiva de Cristina antes de la elección permitió que todo lo mencionado pasara. Casi no hubo voces contra un juez que no detuvo a quien debía y pudo detener. Eso demuestra que en legalidad institucional nos falta mucho para llegar a ser una nación republicana. Así las cosas, hoy el gobierno tiene el horizonte despejado. Primero hay que aclarar que el gobierno es el “macrismo”: muy pocos dirigentes políticos rodeados e influenciados por CEOs de las grandes empresas. En el “Cambiemos” que define todo, el radicalismo es un acompañante estratégico y sin voz. Muy importante a la hora de aportar logística territorial electoral y mudo ante las decisiones de Macri. El partenaire ideal. La otra parte del gobierno es Carrió, pero es un capital que Macri utiliza muy inteligentemente. Antes y después de usarla electoralmente, a Lilita el “macrismo” la ningunea. Cada vez que la diputada vocifera, en el gobierno ponen cara de preocupación para las cámaras y después siguen con lo suyo ignorándola. Hoy la administración Macri está sin rivales políticos. El “kirchnerismo” termina como el “menemismo”, con su líder refugiado en el Senado y sus seguidores ante el dilema de extinguirse en su fe o mudarse hacia otra propuesta. El “peronismo no kirchnerista” tiene el inconveniente de como sumar los votos de Cristina, ya que solo puede ganar una elección con los apoyos que la ex presidenta tiene en el conurbano. Pero el verdadero problema del PJ es que no tiene ningún líder que arrastre simpatías. Cristina dejó tierra partidaria quemada tras de sí. Sergio Massa no cuenta. Hace dos años anticipamos que por sus errores políticos iba a desaparecer como De Narváez, y es lo que pasó. Los de “1País”, también deberán redireccionar su militancia en el universo peronista. La izquierda creció en votantes, pero debe darse cuenta de que la gente no quiere la violencia como forma de reclamo. Insistir con eso, solo supondrá retroceder en las urnas. El sindicalismo está partido porque el gobierno lo partió. El triunvirato que comanda la CGT da la sensación de ser más un apéndice del gobierno que una institución que defiende a los trabajadores. El sindicalismo opositor se enmarca en las CTA, pero con poco peso específico. Quizás la mayoría piense que para el gobierno lo mejor sea estar como hoy, sin oposición fuerte; pero eso es peligroso, porque cuando el que manda no tiene freno institucional, el que juzga directamente los actos gubernamentales pasa a ser el pueblo, y esa es la evaluación más rigurosa que hay, sobre todo si las medidas aplicadas afectan a la mayoría. Hasta la próxima. Marcelo N. Mouhapé Furné.

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